Lorena ha sido una bendición total para nuestra familia. A través de su tratamiento y su hermosa persona ella nos ha ayudado tanto que no puedo encontrar suficientes palabras para recomendarla por todo lo alto.
Lorena entró en nuestras vidas justo después de que aprendimos que nuestro hijo de cuatro años tenía mutismo selectivo: “un desorden complejo de la infancia caracterizado por la inhabilidad del niño para hablar en ciertas situaciones sociales, como en la escuela. Estos niños son capaces de hablar con normalidad en entornos donde se sienten cómodos, seguros y relajados” (según es definido por la Selective Mutism Group Childhood Anxiety Network). En el caso de “C”, él podía hablar sin cesar en la casa y con cuatro personas que conocía desde hace años y se sentía a gusto con ellos.
En los casos mencionados anteriormente en la definición, él no era capaz de comunicarse con las personas frente a su padre o frente a mi y usualmente hablaba con ellos susurrando. Estuvo casi dos años completos del preescolar en silencio.
Hasta donde sabemos actualmente, el mutismo selectivo (MS) afecta al 1% de los niños.
Fue extremadamente difícil diagnosticarlo y encontrar el tratamiento en nuestra área era casi imposible. Contactamos a varias escuelas profesionales del habla, así como varios psicólogos y psiquiatras, y a pesar de que algunos habían escuchado algo o recordado algo de esto en su entrenamiento, ninguno tenía experiencia tratando con MS. Algunos profesionales sintieron que “C” se estaba oponiendo, otros decían que necesitaba terapia de juego. Ningún planteamiento parecía encajar con la situación.Entonces encontré a Lorena. Ella tampoco había escuchado sobre el MS, pero en lugar de relacionarlo con algo con lo que estuviera más familiarizada, lo que hizo fue investigarlo incluso antes de reunirse conmigo. Cuando nos conocimos, ella ya estaba extremadamente bien informada y contaba con comprensión del tema. En lugar de ver el reto de “C” como una enfermedad o problema de conducta, ella lo llamó “inmadurez cerebral”. No era algo que estaba mal con él, era algo que todavía no había evolucionado completamente y que podía ser desarrollado. A medida que hablamos ella transformó mi desesperación en esperanza.
Ese día Lorena, quien estaba entrenada como patóloga del habla usando el método desarrollado por Beatriz Padovan, explicó su visión sobre ello y me pasó a través de los ejercicios para que yo pudiera comprenderlos y estuviera preparada para ayudar a mi hijo cuando comenzara el tratamiento. Yo estaba aliviada de ver que este método era completamente natural, solo usaba movimientos del cuerpo y los ojos al principio y luego se añadían dibujos y ejercicios de boca/voz. Sin embargo, como mi hijo era reservado y silencioso con la mayoría de la gente, era difícil imaginármelo haciendo todas estas nuevas actividades. Nuevamente, Lorena calmó mis miedos diciéndome que ella iba a jugar primero con “C” para familiarizarse entre ellos. También me explicó que iba a comenzar con algunos ejercicios y luego propondría algunos más cuando “C” estuviera listo.
Iniciamos el tratamiento el 29 de marzo de 2004, de lunes a viernes por una hora y media diarias. Lorena es Maravillosa. Se ganó la confianza de “C” rápidamente, y mi hijo disfrutaba de nuestras citas para jugar/ejercitar desde que comenzamos. Ahora estamos comenzando nuestra octava semana y los cambios que hemos visto son milagrosos.
El primer cambio fue en su conducta. Se veía más feliz en general, su aspecto era más brillante.
Aunque siempre disfrutó de jugar con los demás niños (si bien no hablaba), hubo un incremento importante en su entusiasmo en las reuniones sociales. Luego comenzó a hablar con las demás personas dentro de su “zona de confort” frente a mí y a mi esposo.
Luego empezó a susurrarle al profesor, primero una vez al día y después varias veces durante el día.
A pesar de que todavía no hablaba con los amigos de la escuela o cuando jugaba conmigo, comenzó a ampliar su serie de comunicaciones no verbales y vocalizaciones básicas como “Mmmhmmm” y “Uh-uh”, que pueden parecer insignificantes, pero, tras una infancia caracterizada por el silencio, esos sonidos que hacía a los otros niños me pusieron eufórica.
Hace unas pocas semanas ocurrió otro gran acontecimiento. Un día, fui a buscar a mi hijo y a su amigo en la escuela, y “C” comenzó a hablar con él en el carro. Empezó susurrando y terminó hablando en voz normal. Me quedé sorprendida al reportar que esto se ha fortalecido hasta un punto en que “C” ¡es autoritario en algunos casos! Justo después de este cambio, “C” comenzó a hablar con niños del vecindario con quienes había jugado solamente en silencio los últimos dos años y con algunos de los amigos de la familia que visitamos. Su círculo comenzó a expandirse.
El cambio escolar que había iniciado con susurros a su maestra ha florecido también. Ahora habla con cinco niños regularmente en su clase. Ahora susurra incluso en el pase de lista frente a sus 18 compañeros. Aunque todavía no habla más allá de ese grupo, su actitud es mucho más optimista. Está emocionado por unirse a la actividad de sentarse en círculo y lleva cosas para mostrar (no para comentar) aunque no sea su turno todavía. Anteriormente no podía tolerar que le dieran atención, ahora es capaz de recibirla.
Y eso no es todo. “C” no habla en situaciones nuevas o frente a grupos grandes o con personas que no ve regularmente. Pero el deseo de hacerlo, que siempre ha estado ahí, se ha fortificado con confianza y felicidad plena que anteriormente no existía al no conocer el trabajo de Lorena. Ya no me encuentro desesperada. Por supuesto que tengo momentos de preocupación maternal, pero me recuerdo a mí misma las palabras de Lorena, “estamos trabajando con una inmadurez cerebral que puede ser convertida en madurez”. Y tuvimos la mejor guía.
Lorena es capaz, amable, profesional…es magnífica en lo que tiene que ver con la familia.
En ocasiones, el amor materno por su hijo es intenso y tierno al mismo tiempo, no se parece a nada que hubiera experimentado antes. Ver a mi hijo sufrir con ansiedad y frustración y presenciar su inhabilidad para compartir su bello e inventivo “yo” con la mayoría de la gente ha sido fuertemente doloroso.
Ejercicio por ejercicio, día a día, en manos de Lorena, “C” se ha vuelto más él mismo y ahora su papá y yo sabemos lo que significa la verdadera alegría. Nuestra gratitud es inmensa.
Lorena Vietor trabajó con mi hijo “C” desde marzo de 2004 hasta diciembre de 2005.
“C” tenía mutismo selectivo, un desorden de ansiedad que afecta la amígdala dentro del cerebro.
Básicamente, el desorden se manifiesta como una inhabilidad para hablar, excepto en grupos pequeños de personas conocidas de mucho tiempo y de individuos de confianza. En el caso de “C”, solo hablaba con cinco personas y pasó un año y medio sin hablar en el preescolar.Estábamos bastante confundidos y desesperados cuando ubicamos la ayuda de Lorena. Ella nos explicó cómo su tratamiento, una serie de ejercicios físicos y orales mejor conocidos como el método Padovan, estimula las áreas del cerebro que todavía permanecían inmaduras y promueve el desarrollo normal. Esto es exactamente lo que ocurrió en el caso de “C”.A pesar de que mi hijo era animado y expresivo en casa, normalmente era silencioso y pasivo en otros entornos. Para mí era doloroso verlo ser tan limitado e incapaz de extrovertirse. Tan pronto como empezamos a trabajar con Lorena los cambios pequeños empezaron a ocurrir rápidamente. Él comenzó a verse más seguro, empezó a susurrar y finalmente a hablar.A medida que “C” ha progresado a través del tratamiento, los últimos meses sobresalió tanto que habíamos sentido que podíamos aplazar el tratamiento y tal vez darlo por terminado inclusive. La primera meta reciente era cambiarlo de su kínder a un jardín de niños público más grande. Estábamos preocupados por cualquier posible deterioro, pero “C” pudo dar ese salto airosamente. Está hablando con todo el mundo, participando en todas las actividades y avanzando académicamente. Este florecimiento se refleja en sus interacciones con la gente del vecindario y de la iglesia. Hay muchas ocasiones que ilustran su cambio, desde ser un niño asustadizo y reacio, hasta convertirse en un participante entusiasta actualmente. Como muestra de esas ocasiones, tenemos: tomar parte de la presentación del Día de Acción de Gracias, recibir numerosos reconocimientos en la escuela, jugar felizmente con sus compañeros en fiestas de cumpleaños, cantar en el coro de la iglesia, ser asignado como anfitrión oficial de los invitados y nuevos estudiantes en su clase e interactuar con facilidad con los nuevos conocidos en reuniones.A medida que “C” ha progresado a través del tratamiento, los últimos meses sobresalió tanto que habíamos sentido que podíamos aplazar el tratamiento y tal vez darlo por terminado inclusive. La primera meta reciente era cambiarlo de su kínder a un jardín de niños público más grande. Estábamos preocupados por cualquier posible deterioro, pero “C” pudo dar ese salto airosamente. Está hablando con todo el mundo, participando en todas las actividades y avanzando académicamente. Este florecimiento se refleja en sus interacciones con la gente del vecindario y de la iglesia. Hay muchas ocasiones que ilustran su cambio, desde ser un niño asustadizo y reacio, hasta convertirse en un participante entusiasta actualmente. Como muestra de esas ocasiones, tenemos: tomar parte de la presentación del Día de Acción de Gracias, recibir numerosos reconocimientos en la escuela, jugar felizmente con sus compañeros en fiestas de cumpleaños, cantar en el coro de la iglesia, ser asignado como anfitrión oficial de los invitados y nuevos estudiantes en su clase e interactuar con facilidad con los nuevos conocidos en reuniones.
Ella demostró toda su experiencia, tiempo y amor. Ella observó cuidadosamente todo lo que estaba ocurriendo con mi hijo y pudo ajustar el contenido y la frecuencia del tratamiento apropiadamente.
Lorena tiene un conocimiento amplio de este método y un instinto puro y natural de sanación. Yo la recomiendo incondicionalmente y estaría muy contenta de hablar más a fondo sobre nuestra experiencia con ella.
B.L.